«Se reconoce y protege el derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción». Así reza el artículo 20 de la Constitución Española. Además, en el punto 2 de este artículo se especifica que «el ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa». A priori, deberíamos pensar que en España la libertad de prensa es un derecho absolutamente blindado por la carta magna y la censura un mal recuerdo de una pasado no tan lejano. A pesar del redactado legal de la ley de leyes, a menudo el debate de la censura se hace un hueco en la actualidad y llena las redes sociales de opiniones de todo tipo.
Esta semana, la notícia ha saltado con el cambio a última hora de la portada de ‘El Jueves’, revista que salió un día más tarde a los quioscos debido a la censura de la portada original. De hecho, esta primera página se llegó a imprimir pero después fue eliminada y sustituida por una de muy distinta índole. En la primera se veía al rey Juan Carlos I con la nariz tapada con unas pinzas pasando su corona (recubierta de excrementos) a su hijo, el príncipe Felipe. La portada ya se dio a conocer el mismo lunes a través de internet, después del anuncio oficial de la abdicación. Así que en el momento de la prohibición, la primera página de ‘El Jueves’ ya había llegado a todos los rincones de España vía internet.
A raíz de esta decisión tomada por el grupo editorial que publica la revista, ocho colaboradores de ‘El Jueves’ decidieron dejar sus puestos de trabajo y renunciar a publicar contenidos en la revista. Entre ellos destacan Albert Monteys y Manel Fontdevila, que han denunciado públicamente que el editor les ordenó no publicar nada sobre la família real en la portada de la revista hasta nueva orden. Un hecho gravísimo que merecería una profunda explicación por parte de la empresa editora.
¿Quién ordena este tipo de cosas? ¿A cambio de qué el editor acepta está intolerable orden de un organismo que no debe intervenir en los contenidos de su revista? ¿Por qué el interesado en vetar la portada no acude a los tribunales en lugar de presionar directamente a la prensa? ¿Si esto pasa con una revista satírica como ‘El Jueves’, qué puede llegar a para con la prensa que consumimos a diario? ¿Contestará alguien a todas estas preguntas o el silencio se impondrá sin más?
Para responder a muchos de estos interrogantes necesitaríamos un equipo de investigadores privados o una buena redacción periodística que tuviera el valor de tratar estas cuestiones con seriedad. Lo más probable es que de momento continuemos ignorando lo que pasa detrás los focos de la prensa nacional y que, en el caso de ‘El Jueves’, no lleguemos a saber quien dio la orden inicial. Pero de lo que no hay ninguna duda es que actos como este desprestigian la presunta libertad de prensa que dicta la constitución desde 1978. Una cuestión peligrosa, más si la aceptamos con normalidad. Nos guste o no, la libertad de expresión es un pilar fundamental de la democracia. En caso de que el ejercicio de este derecho viole otros derechos, esta es una cuestion que tiene que determinar el poder judicial. Lo que está claro es que las presiones a la prensa por parte de cualquier lobby de poder no deben de tener cabida en una sociedad como la nuestra.
Èric Lluent
Periodista y responsable de comunicación de Tradel Barcelona.
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