A menudo, las preguntas aparentemente sencillas, con respuestas más abiertas y generales, son las más difíciles de responder, porque necesitan especial clarividencia por parte del que debe contestarlas puesto que muchos serían los enfoques posibles para atacar esa cuestión. En este artículo para el blog de Tradel Barcelona – Traductores Jurados y Técnicos, realizaré un ejercicio de reflexión para determinar qué es Barcelona, mi ciudad natal. Lejos del concepto de marca Barcelona, aquella imagen estratégicamente pensada para atraer al turismo, la capital catalana es una ciudad apasionantemente plural, diversa y auténtica que mucho nos equivocaríamos si reduciéramos al centro histórico. Los barrios del Raval y el Gótico han vivido un traumático proceso de cambio sociológico marcado por una masificación turística que técnicamente no puede asumir un entramado urbano con calles pequeñas y vecinos con necesidades sociales más acentuadas que en otras zonas de la ciudad. Pero si nos preguntamos qué es Barcelona, quizás lo primero que debemos hacer sea ampliar el foco y considerar que el alma de la ciudad lo conforman la suma de las microrealidades que se generan día y noche en cada uno de sus barrios, desde los más céntricos hasta los de la periferia, aquellos a los que raramente un vecino del corazón barcelonés ha ido aunque sea una vez en su vida.
Como vecino de Gracia, un barrio históricamente de artesanos, comerciantes y a la vez con presencia de movimientos sociales y revolucionarios a lo largo su historia reciente (resumiendo mucho y con las estadísticas en la mano, podríamos decir que hoy en día es un barrio de la clase media barcelonesa), recuerdo lo impactante que fue para mí descubrir a lo largo de mi infancia y adolescencia las dos realidades sociales más extremas de la ciudad. En mi primer paseo por la avenida Pearson del barrio de Pedralbes (zona alta) descubrí el símbolo de la riqueza de la ciudad. Un barrio con casas y bloques de edificios de alto standing, con muy poca vida callejera y grandes parques y avenidas. Esa realidad contrastaba radicalmente con la experiencia que años antes había tenido al ir a disputar un partido de fútbol con el equipo de mi escuela al barrio de Can Tunis, en el que su comunidad gitana vivía en condiciones deplorables, en chabolas y en medio de un ambiente diario marcado por la delincuencia y el tráfico de drogas. Barcelona no es ni Pedralbes ni Can Tunis (este barrio fue derruido a principios de los 2000) pero no podríamos entender su esencia si nos olvidáramos de estas realidades que, como en cualquier gran metropolis, conviven en una misma sociedad.
Para responder a la pregunta inicial, también debemos buscar los puntos en común de la mayoría de barceloneses, esos rasgos que pueden ser considerados propios de una ciudad como Barcelona y que nos diferencian de otras grandes capitales europeas. En este sentido, es útil situar Barcelona en el mapa: una ciudad abierta al mediterráneo y que, además, es tierra de paso de las vías de comunicación que históricamente han conectado la Península Ibérica con el centro y el resto del sur de Europa. Un ejemplo de esta realidad es la Via Augusta del imperio romano, que aún se mantiene como una de las principales avenidas de la ciudad. Los barceloneses hemos crecido en el sí de una ciudad abierta a nuestro entorno, y esto es un elemento clave para entender nuestro carácter integrador y tolerante con aquellas gentes que a lo largo del último siglo han visitado o se han establecido en Barcelona. El comercio y la artesanía es también uno de los pilares del carácter barcelonés, entendidos no sólo como ámbitos en los que hacer negocio, sino establecidos como una red de relaciones sociales que añaden un extra al puro intercambio de bienes y servicios. Para entender esta realidad lo mejor es pasearse por cualquiera de los mercados de alimentación que, incluso hoy en día con la llegada de grandes cadenas de supermercados, vertebran la vida diurna en el corazón de las decenas de barrios de la ciudad condal.
Barcelona es también, sin duda, cultura, arte e innovación. Desde el museo más institucionalizado hasta el pequeño bar que organiza exposiciones, la ciudad hierve día y noche con el impulso, la ilusión y la creatividad de barceloneses de origen y ciudadanos de todo el mundo que ven este enclave como un lugar en el que hacer crecer proyectos de muy distinta índole. La gastronomía, esos vermuts, menús de mediodía o la alta cocina, son una seña de identidad que se erige como uno de los principales reclamos de Barcelona de cara al exterior, pero que forma parte del ADN del barcelonés de toda la vida, sea cual sea su poder adquisitivo. La vida de bar, de tasca, de taberna, de café, de restaurante, de chiringuito, es una parte irrenunciable de nuestra manera de socializar. Además, el barcelonés tiene una capacidad crítica y asociativa que desempeña en pequeños colectivos que a lo largo de la historia han luchado por diferentes causas, desde la oposición a enviar jóvenes a las distintas guerras imperialistas durante la segunda parte del siglo XIX, hasta la huelga de los tranvías de 1951 para protestar en contra del aumento del precio del billete, pasando por todos los movimientos sociales que aún hoy hacen oír su voz en las calles para influir en las decisiones políticas de los gobernantes. En definitiva, igual que la ciudad vive de cara al Mediterráneo, los barceloneses viven de cara a la calle, gracias, no hay que olvidar, a una meteorología que durante la mayor parte del año es especialmente amable.
Como ya apuntaba al comienzo, las preguntas aparentemente sencillas suelen suponer un reto para el que quiere contestarlas. En este artículo he procurado retratar lo que para mí significa Barcelona, pero seguro que muchos de los lectores, también vecinos de la ciudad, podrían aportar desde matices hasta planteamientos contundentemente contrarios a mi resumida radiografía. Al fin, hay tantas Barcelonas como barceloneses viven en ella, así que si algunos de ustedes (no barceloneses) quieren descubrir la Barcelona “de verdad”, dejen de lado sus guías de viaje, abran su corazón y vivan la ciudad de la mano de aquellos que habitan en ella. Tan sólo así podrán empezar a diseñar su propia respuesta para una cuestión tan compleja y a la vez apasionante. ¿Qué es Barcelona?
Èric Lluent
Periodista y responsable de comunicación de Tradel Barcelona.
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