Explorar, viajar y descubrir han sido los instintos más elementales que han llevado a la raza humana a colonizar gran parte de las tierras habitables de este planeta. A menudo me imagino aquellos seres ancestrales que, por una u otra razón, decidían aventurarse hacia el más allá, con el afán de descubrir qué había tras el horizonte. Si hoy en día nos conmueve tanto estar ante maravillas del planeta tales como grandes cascadas, frondosos bosques milenarios o el espectáculo de las auroras boreales danzando encima de un glaciar, por citar tan sólo tres ejemplos, no me puedo hacer una idea de lo que supondría para los humanos de hace miles de años observar por primera vez alguno de estos espacios o fenómenos terrenales.
Actualmente, aunque no hayamos viajado mucho, desde pequeños hemos visto representaciones gráficas o audiovisuales de las grandes obras creadas por el ser humano (pirámides, templos griegos y romanos, ciudades como Nueva York o París, etc) y de los más bellos espectáculos naturales. Con un par de clics podemos sobrevolar cualquier rincón del mundo e incluso, en caso de tratarse de núcleos urbanos, pasear virtualmente por sus calles. Si, por un lado, esta tecnología nos ofrece una fuente de información de gran valor e inimaginable hace unas décadas, es cierto que, por el otro, puede minar nuestra capacidad para sorprendernos cuando viajamos y visitamos algunos de los tesoros de nuestro planeta.
¿Hubiera Willy Fog apostado la mitad de su fortuna para demostrar que se podía dar la vuelta al mundo en 80 días si en su tiempo hubiera existido Google Earth? Sí, ya sé, internet es una necesidad que surge en un mundo globalizado y en el que existen medios como para dar la vuelta al planeta en mucho menos y, por lo tanto, esta es una pregunta trampa. Pero olvidémonos del contexto y démosle la vuelta a la cuestión que os planteo. ¿No estará el Willy Fog que todos llevamos dentro, aquel aventurero con ganas de comerse el mundo, demasiado entretenido e impresionado por lo que nos ofrece la tecnología como para emprender el viaje de su vida?
Willy Fog, originalmente Phileas Fogg en la obra La vuelta al mundo en ochenta días de Jules Verne que inspiró la famosa serie de dibujos animados, es un personaje que pocos lectores no envidian. A pesar de las prisas y de los múltiples contratiempos, ¿quién no sueña en dar la vuelta al mundo? Es indudable que la modernidad ha desdibujado nuestros instintos más salvajes, para lo bueno y para lo malo. En este proceso el ‘yo descubridor’ ha quedado relegado a un segundo plano mientras nos ocupamos de solucionar los problemas del día a día. No es una cuestión de vida o muerte volver a escuchar el sir Fog que todos llevamos dentro, pero para los que tengan ganas de cambiar el rumbo de sus vidas y de volver a vestirse de explorador es más que recomendable. Un mundo en altísima definición y muy buena resolución nos espera ahí fuera.
Èric Lluent, periodista y responsable de comunicación de Tradel Barcelona
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