En muchas capitales mundiales, los cementerios son lugares de referencia para visitar y descubrir el pasado de la ciudad. El caso europeo más claro es el de París, que en sus cementerios guarda personajes históricos a los que muchos turistas quieren rendir homenaje. Pero su atractivo no proviene solamente de los nombres que allí se encuentran inscritos sino que también surge a raíz de la belleza de algunas de sus esculturas y monumentos fúnebres. Al fin y al cabo, los cementerios, en ciudades como la capital francesa, se convierten en tranquilos y silenciosos parques en los que pasar un rato de sosiego y reflexión. En Barcelona, en cambio, los cementerios parecen quedar relegados a un segundo plano del atractivo de la ciudad, siendo el más conocido el cementerio de Montjuïc, que vive de espaldas a la capital catalana. Pero muchos barceloneses y, por supuesto, la inmensa mayoría de visitantes desconocen que en Barcelona se esconden pequeños cementerios que antiguamente pertenecían a los pueblos que actualmente forman la ciudad. En este post del blog de Tradel Barcelona – Traductores Jurados y Técnicos os descubrimos cinco de estos espacios que esconden en su interior rincones de gran misterio y belleza.
Cementerio del Poblenou. Este cementerio es, de los menos conocidos, el que suena más a los barceloneses. Históricamente fue concebido para acabar con los problemas que suponía enterrar los muertos dentro de las murallas de la antigua ciudad (actual distrito de Ciutat Vella), ya que estas zonas se convertían a menudo en focos de epidemias. Al principio, los barceloneses le dieron la espalda a esta instalación porque estaba demasiado lejos de donde se hacía la vida cotidiana, pero con la ampliación de la ciudad, este cementerio quedó en la zona industrial conocida hasta hoy como Poblenou. En él destaca una gran entrada monumental que da paso a un paseo de palmeras, muy acorde con el paisaje de la zona litoral en la que se encuentra. En el cementerio del Poblenou fueron enterrados muchos miembros de la burguesía catalana y del sector de textil que habían forjado sus fortunas en Cuba y también encontramos algunos personajes históricos de Barcelona como el poeta del movimiento cultural de la Renaixença catalana Bonaventura Carles Aribau, el escultor Josep Llimona o el novelista Narcís Oller.
Cementerio de Sants. Actualmente, este cementerio está situado dentro de los limites del municipio de Hospitalet del Llobregat, colindante con la capital catalana. Cuando se construyó, a mediados del siglo XIX, este espacio fúnebre fue utilizado por los habitantes de la villa de Sants que se vio obligada a construir un cementerio fuera de la población por orden gubernamental y por razones de higiene pública. Es un cementerio poco monumental, pero aún así guarda algunas esculturas de gran valor y unos paseos internos repletos de cipreses, el árbol funerario por excelencia.
Cementerio de Sarrià. Los misterios de este cementerio son muchos debido a que los documentos de su construcción y todos sus archivos desaparecieron en un incendio que sufrió la parroquia de Sarrià. Así, las primeras referencias que se conservan son de 1922. Es un cementerio muy pequeño y muy sencillo, pero esto es parte de su encanto. De hecho, hasta la anexión a Barcelona, Sarrià era un pueblo muy pequeño que recibía veraneantes barceloneses durante los meses de julio y agosto. Es por ello que la mayoría de sus habitantes eran enterrados en los dos grandes cementerios de Barcelona, Poblenou y Montjuïc. El personaje más ilustre que encontramos en este cementerio es el poeta catalán Carles Riba.
Cementerio de Collserola. Se trata del cementerio más moderno de Barcelona y fue inaugurado en 1972. Su construcción responde a las necesidades de la ciudad, ya que el cementerio de Montjuïc no se podía ampliar más y las autoridades optaron por construir uno de nuevo en el área del parque natural de Collserola. Este es el hecho más significativo del cementerio, ya que se encuentra rodeado de bosque y en su interior la vegetación también tiene un papel importante. Es un cementerio funcional, sin grandes elementos arquitectónicos y pensado para acceder en coche.
Cementerio de Sant Gervasi. Situado en la parte alta de la ciudad y muy poco conocido, este cementerio se inauguró a mediados del siglo XIX. Está dividido en dos zonas entre las que destaca una gran escalinata que va de la puerta de acceso a la capilla del cementerio. En él encontramos preciosas esculturas y grandes panteones, muestra de la riqueza de las familias más adineradas de la ciudad que históricamente han vivido en esta zona. El cementerio, además, ofrece unas fabulosas vistas sobre Barcelona, siendo uno de los atractivos para los visitantes de este lugar de la ciudad en la que muy pocos barceloneses han estado.
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