La Ley de Arrendamientos Urbanos aprobada en 1994 se ha hecho notar este 2015 a causa de una prórroga de veinte años que se había otorgado a los contratos de alquiler firmados antes 1985. A efectos prácticos, con la llegada del nuevo año los propietarios de locales comerciales de tiendas históricas de la ciudad han exigido a los propietarios de los negocios cifras de alquiler que multiplican por diez las que han pagado hasta la fecha. Incluso en algunos casos, la factura pasaba de 1.000 euros al mes a 35.000. Barcelona pierde así uno de sus mayores valores, el del comercio histórico, tradicional y de proximidad. El problema radica en el hecho de que las grandes marcas multinacionales, principalmente de moda, pueden afrontar costos de alquiler fuera de la capacidad de los negocios de toda la vida, con lo cual estos últimos van desapareciendo y las empresas globales van ocupando su lugar en los centros de las ciudades de todo el mundo, acabando así con lo peculiar y original de cada lugar. Un triste proceder ante el cual poco han hecho las instituciones públicas, debido a las dificultades de intervenir en el sector privado. Con todo, la capital catalana se despide o ya se ha despedido este 2015 de unos comercios que guardaban el ADN de la Barcelona más auténtica y que habían sido testimonio de los momentos más importantes de la ciudad durante el siglo XX. El centro de Barcelona sigue mutando y perdiendo su esencia y es por eso que desde el blog de Tradel Barcelona – Traductores Jurados y Técnicos queremos retratar cinco de las tiendas que han tenido que cerrar o cerrarán próximamente con la voluntad de que jamás se pierda la memoria de lo que hasta no hace mucho ha sido esta ciudad.
Colmado Quílez. El día a día de un barcelonés de toda la vida se puede resumir entre las paredes de un colmado. Ya en los años noventa, con la llegada de grandes supermercados en todos los barrios de la ciudad, fueron cerrando la mayoría de estas tiendas que no podían competir con grandes cadenas de alimentación. Entonces, algunos colmados históricos se convirtieron en una reliquia aún viva del pasado. Es el caso del Colmado Quílez, situado en la esquina de Rambla Catalunya con la calle Aragó. Con altas paredes, todas repletas de botellas y alimentos enlatados, como si de un museo se tratara, este tipo de locales muestran la cara más amable de la cultura comercial de la ciudad de Barcelona: atención personalizada y trato humano. Una gran marca comercial ocupará próximamente el local del colmado, mientras el propietario del negocio ya ha anunciado que intentarán seguir en otro lugar. “Pero no será lo mismo, aquí es donde crecí”, admite.
Sastrería Deulofeu. La sastrería Deulofeu es uno de los comercios de Barcelona que ha sido testimonio de los grandes momentos de la ciudad debido a su privilegiada situación. Su aparador se encontraba en la misma plaza Sant Jaume, donde también hallamos el Palacio de la Generalitat y la sede del Ayuntamiento de Barcelona, las dos máximas instituciones públicas de Barcelona y Cataluña. Este local, que aparece en fotografías históricas en las que se retratan los hechos del 36, la vuelta del exilio de Tarradellas o las tradicionales celebraciones del Futbol Club Barcelona en el balcón de la Generalitat, cerró definitivamente su persiana a finales de 2014 debido al incremento del alquiler. De poco sirvió estar, literalmente, justo al lado de las principales autoridades de la ciudad para buscar una solución a su problemática y sus telas, agujas, metros y dedales ya son una leyenda más del pasado de la ciudad condal.
Musical Emporium. Una de las mayores pérdidas en el sector cultural de la ciudad ha sido el cierra de la tienda de música Musical Emporium, situada en la parte alta de Las Ramblas, enfrente de la fuente de Canaletas. Rodeada de restaurantes y hoteles destinados al sector turístico, Musical Emporium vivió con orgullo sus 114 años de historia hasta que echó el cierre definitivo durante la segunda semana de enero de 2015. Esta tienda era casi un museo y en ella se podían adquirir piezas únicas procedentes de los cinco continentes. Además, contaba con una inmensa biblioteca de partituras antiguas que ocupaba toda la pared que se encontraba detrás del clásico mostrador. Una joya que inexplicablemente hemos perdido para siempre y que deja huérfanos a muchos músicos y aficionados de la música de la capital catalana que tenían el Musical Emporium como referente absoluto.
Pastelería Nova Montserratina. Este 2015 también dice adiós la pastelería Nova Montserratina, un clásico de la calle Portaferrissa del Gótico de Barcelona con 55 años de historia. Hasta hace pocos días eran muchos los barceloneses de cualquier rincón de la ciudad que bajaban en metro o autobús hasta plaza Catalunya para acercarse a este establecimiento y comprar algunas de sus especialidades, entre las cuales destacaba la coca de Montserrat, la reina de la casa, que ha hecho las delicias de pequeños y mayores durante más de medio siglo. Por su situación, en el corazón de la Barcelona más turística, los amos de esta pastelería han vivido con impotencia el incremento del alquiler y han decidido dejar el local.
Chocolatería Fargas. Barcelona es una ciudad de pastelerías y chocolaterías. Durante muchos años, los barceloneses han disfrutado de los dulces, especialmente los domingos, día para dar un paseo y comprar algún postre especial para celebrar una buena comida en familia. Uno de los comercios con más fama en la artesanía del chocolate es la Chocolatería Fargas, situada en la calle del Pi, también en el barrio Gótico. La Fargas es conocida por su gran variedad de bombones artesanos y sus tabletas de chocolate combinado con todo tipo de ingredientes delicatessen. Afectada por la ley de la que hablábamos al principio, los responsables del negocio han conseguido una prórroga de cuatro meses, así que el local no cerrará hasta el mes de abril, momento en el cual darán a conocer su nueva situación comercial en la ciudad, si bien cada vez más intentan explorar la venta por internet.
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No entiendo por qué tanta pena. Conozco varias de las tiendas citadas y en todos estos años se han enriquecido a base de estar en una situación privilegiada, pagar un alquiler de risa pero cobrar unos precios de escándalo. El colmado fue proveedor de restaurantes donde trabajé y no sólo eran caros sino que su servicio era un dolor de cabeza. Se notaba que les daba igual, no lo necesitaban.
Espero que ahora lo necesiten como todos los demás que se rompen el alma cada día intentando dar un buen servicio para poder sobrevivir.
By: Faby on febrero 1, 2015
at 11:44 am
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By: 5 tiendas históricas de Barcelona que dicen adiós on febrero 4, 2015
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By: Otras cinco tiendas históricas de Barcelona que dicen adiós | Tradel Barcelona on marzo 14, 2016
at 3:22 pm